El Rdo. Erasmo M. Bernier Vuelve.
Para resolver el problema de dirección pastoral, la congregación pensó otra vez en el Rdo. Erasmo Bernier, quien había sido antes su pastor. Para este tiempo él pastoreaba la Primera Iglesia Bautista de Ponce. Llamado por la iglesia, volvió a Nueva York en el 1928, esta vez para quedarse por más de diez años. Ayudado por la señorita Tate se enfrentó a la difícil situación, y no sólo mantuvo la iglesia unida, sino que la guió hasta hacerla una vigorosa congregación. En 1930 la señorita Alma B. Clifford vino a ocupar el lugar de la señorita Tate como misionera y se quedó sirviendo a la congregación por casi un cuarto de siglo.
El problema de edificio fue resuelto, por lo menos temporalmente, poniendo a la disposición de la congregación una iglesia en Harlem. Ese mismo año la Sociedad Bautista había obtenido posesión del edificio de la Iglesia Bautista Mount Morris en Harlem, en la Quinta Avenida entre las calles 126 y 127. Se pensó en ese tiempo hacer del edificio un Centro Bautista Internacional, pero el plan no prosperó. A la Primera Iglesia Bautista le fue ofrecido el uso del edificio, junto con un pequeño grupo de miembros blancos de habla inglesa. Así que la congregación se mudó de la iglesia de la calle 16 en Harlem y por consiguiente al Barrio.
Durante los años 1928 al 30, la Primera Iglesia progresó. El informe de la Sociedad Bautista en el 1929 dice:
“La Iglesia Española se ha convertido en cierto sentido, en la iglesia de la oportunidad entre las congregaciones de habla extranjera. Como resultado del gran incremento de personas de habla española de Puerto Rico, Cuba, México y Sur América, esta iglesia ahora está en el edificio de Mount Morris, y tiene un crecimiento firme.
Y otra vez en el informe de 1932 al 33 se añade:
“La iglesia más grande de habla extranjera, en número, es la Iglesia Española que se reúne en el edificio de Mount Morris, con una asistencia regular de 300 el domingo en la tarde y una Escuela Bíblica de 250”
Como podemos ver, la Primera Iglesia Bautista prosperaba, y su crecimiento continuo parecía estar asegurado por la constante afluencia de más personas de habla hispana a la ciudad de Nueva York.
Estos eran excelentes informes. Lo que nunca se les ocurrió a los dirigentes de la Sociedad en ese tiempo fue donarle el edificio a la iglesia hispana y así darle un hogar permanente a la congregación. Las cosas ocurrieron de modo diferente. La Sociedad Bautista había recibido el edificio bajo la condición de que “se mantuviera allí trabajo caucásico (blanco) por un período de no menos de cinco años”. La Sociedad mantenía allí un personal para el pequeño grupo blanco compuesto por el pastor, doctor Addison B. Lorimer, la señorita Mary Mclntyre, misionera; el señor John C. Smith como pastor estudiante y la señorita Grace A. Million como secretaria. La iglesia hispana tenía sólo al pastor y por algunos meses, sin la ayuda de la misionera (la señorita Tate había renunciado) y había muchas más personas hispanas usando el edificio que del otro grupo. La gran depresión de los años 30 había comenzado y las iglesias, lo mismo que los individuos, sufrían sus efectos.
En 1931, la Sociedad Bautista habla tomado acción sobre el trabajo de habla inglesa de Mount Morris:
“La Iglesia de Mount Morris encuentra su campo inmediato completamente aislado, por causa de la ocupación de Harlem casi exclusivamente por personas de la raza negra. El sostén financiero de la iglesia depende mayormente de la continua lealtad de un pequeño grupo de miembros dedicados de Mount Morris”.
“La Sociedad se ha visto obligada a comunicar a la iglesia que no está en situación de aumentar la asignación para mantener el trabajo de habla inglesa”.
Muy pronto después, los cinco años de la transferencia condicional del edificio se cumplieron, y la Sociedad Bautista decidió vender el edificio de la iglesia de Mount Morris a una congregación negra. La iglesia hispana no tuvo voz ni voto en el asunto. En mayo de 1935 la iglesia vino a llamarse Iglesia
Bautista del Monte Moriah (Mount Moriah Baptist Church). Como consecuencia de la venta del edificio se hizo necesario buscar otro local para la Iglesia Hispana.
La Primera Iglesia se vio obligada a mudarse, y esta vez no había fa otro edificio de iglesia disponible. Por su propia iniciativa de acuerdo con el récord, se alquiló un local en un edificio en el número 73 de la Avenida Lenox, que proveía dos cuartos grandes para reuniones, pero que evidentemente resultaba inadecuado. El primer domingo de junio la congregación abandonó el templo de Mount Morris para trasladarse al salón que estaba al norte de la calle 114. Era un segundo piso, encima de un club llamado Cubanacán. Los servicios del domingo en la mañana se daban en relativa calma, pero los de la noche presentaban un problema cuando la congregación arriba cantaba los himnos de la fe, mientras abajo la gente bailaba y hacía cabriolas al sonido de una orquesta que tocaba ritmos latinos.
La congregación no se desanimó. En una muestra de humor cristiano, al mismo tiempo que para dar testimonio, pusieron a la entrada en el piso bajo a la puerta del club un rótulo con un texto bíblico del libro de Proverbios, capítulo 15:24. Leía así: “El camino de la vida es hacia arriba al entendido, para apartarse del infierno abajo”. No sabemos cuántos se detendrían al ver esta admonición y subieron al culto bautista en vez de entrar al club nocturno, pero la asistencia fue siempre buena en los servicios de la iglesia.
Otros notaron la difícil situación de la congregación hispana. Un informe de 1936 al 37 de la Sociedad Bautista nos relata:
“La Sociedad (Bautista) participa con otras denominaciones por medio de la Federación de Iglesias de Nueva York, en un estudio a profundidad sobre la comunidad puertorriqueña distribuida en los condados de Manhattan, Brooklyn y el Bronx. Hay una gran necesidad de que el bienestar social y económico de los puertorriqueños en Nueva York sea reconocido por las autoridades eclesiásticas y las agencias filantrópicas
La necesidad de un local mis adecuado para la Primera Iglesia Bautista demanda especial consideración. Desde que la congregación se mudó de Mt. Morris a un salón en el 73 de Lenox Avenue, la iglesia ha crecido rápidamente. Las condiciones materiales y ambiente moral. sin embargo, requieren la más pronta atención”. (El subrayado es nuestro.)
Como pudimos ver por el informe, aun bajo esas circunstancias, la iglesia continuaba creciendo, la asistencia a los servicios había aumentado grandemente y la congregación prosperaba. Pero también aumentaba la presión sobre el liderazgo y lo aparentemente irremediable de la situación se hizo sentir. En el 1937 el Rdo. Erasmo Bernier renunció como pastor de la iglesia para volver a su antiguo pastorado en Ponce, Puerto Rico.
Al renunciar el Rdo. Bernier los oficiales de la iglesia se hicieron cargo del trabajo, ayudados grandemente por la presencia de Miss Alma Clifford, la misionera nombrada por la Sociedad Misionera de Mujeres, y siguió allí hasta su jubilación. También de gran ayuda e inspiración fue el doctor Charles S. Detweiler, el secretario para la América Latina de la Sociedad Bautista de Misiones Domésticas. Había trabajado en Puerto Rico como Misionero General y cuando pasó a la oficina de Nueva York se unió a la Primera Iglesia Bautista y continuó su relación con la gente de Puerto Rico. En esta iglesia enseñaba una clase de la Escuela Bíblica y predicaba tan a menudo como le era pedido, cuando estaba en la ciudad entre viajes a la América Latina. Don Carlos, como fue siempre llamado, fue una gran inspiración para la iglesia y su experiencia y sabiduría fueron muy útiles en este período crítico. Fue por recomendación suya que la iglesia decidió llamar a su siguiente pastor.